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28 de noviembre de 2024

El cambio climático es una realidad y sus efectos cada vez son más notables. Sin embargo, no todos se pueden ver tan rápidamente. Según un estudio del Instituto de Investigación del Impacto de Clima en Potsdam (Alemania), y que ha sido publicado en la última edición de la revista científica Nature, España es el país europeo que más va a sufrir el impacto del cambio climático en su economía.

Esto parece algo poco posible, sobre todo, cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) alega que España será la segunda economía avanzada del mundo que más crezca, con un aumento del Producto Interior Bruto (PIB) de casi el 2% en 2024 y de un 2,1% en 2025. Sin embargo, las previsiones más a largo plazo no parecen ser tan optimistas, el estudio mencionado alerta de que será el país europeo que más reducirá su renta per cápita. En concreto, un 17,8% hasta el 2049.

Ahora bien, es importante destacar, que estos datos no son una previsión de decrecimiento económico, «sino la variación respecto a lo que ocurriría en ausencia del cambio climático», apuntan los investigadores. Y agregan que «el crecimiento derivado de otras actividades podría compensar las pérdidas debidas a la crisis medioambiental en algunas regiones». Si se desglosa por comunidades autónomas, Extremadura se lleva la peor parte, con una reducción de su renta per cápita del 21,5%. Le sigue de cerca Andalucía (20,3%) y la Comunidad de Madrid (19,9%). Fuera ya del podio estaría Cataluña, con una caída de su renta per cápita del 17,6%.

Esto se debe a los fenómenos atmosféricos que derivaran en una alteración o pérdida de cultivos, la falta del agua para la industria y las personas y una caída del turismo. Para poder hacer frente a este problema es necesario, tal y como auguran los investigadores, que se incremente la inversión para mejorar la seguridad jurídica y la confianza hacia el país, con el objetivo de poder ser más atractivo para el capital extranjero y asegurar, de algún modo, un futuro de progreso.

Un problema mundial

A nivel global, las pérdidas económicas ascenderán a 38 billones de dólares anuales de cara a 2040. No cabe duda de que los daños se repartirán de manera desigual, ya que mientras que los países con temperaturas más altas, como, las regiones ecuatoriales y tropicales, verán como cae su economía, habrá cuatro regiones, que coinciden con los climas más fríos, que aumentarán su renta per cápita. Este es el caso de Islandia (+8%), Canadá (+7,9%), Finlandia (+3,5%) y Rusia (+3,3%).

En definitiva, los países que menos están contribuyendo a acelerar el cambio climático son los que más van a sufrir sus efectos, pues se espera una reducción de su renta per cápita de entorno al 40%. «Los países más perjudicados son los menos responsables del problema y los que tienen menos medios para adaptarse», dicta el estudio.

Los investigadores no han incluido en el análisis otros parámetros del cambio climático que también afectan a la economía, pero sobre los que aún no es posible hacer estimaciones precisas, como la elevación del nivel del mar, los efectos de las olas de calor y el aumento del número y la intensidad de los ciclones tropicales. Por ello, señalan que sus estimaciones son conservadoras y que el impacto real del cambio climático sobre la economía será previsiblemente mayor. Eso sí, lo que parece claro es que las pérdidas multiplican por seis las inversiones necesarias para cumplir el Acuerdo de París.

El cambio climático ya está teniendo consecuencias evidentes. Más allá de eventos naturales como la DANA que inundó Valencia y otras provincias –Albacete, Cuenca, Málaga y Cádiz– el pasado 29 de octubre, la mortalidad vinculada al calor se ha incrementado un 30% en los últimos 20 años, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus, de la Comisión Europea, y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). A este dato se suma, el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta de que el 70% de los trabajadores de todo el mundo están directamente amenazados, en mayor o menor medida, por las consecuencias de la crisis climática.

Fuente: eleconomista.es